Bogotá no olvida sus raíces
En los últimos años y gracias a las posibilidades que brindan los servicios de streaming y al posicionamiento de soundsystems, djs y pincha discos, el furor por los oldies, los clásicos y las versiones originales creció hasta niveles nunca antes vistos; y aunque esto despertó y/o afianzó el amor y el respeto por las raíces del ska, también hizo que se dejará un poco de lado pero sin ninguna mala intención los orígenes y raíces de la escena en Bogotá.
En los años noventa y durante la década anterior en Bogotá se contaban un gran número de bandas que iban desde las que pretendían buscar un sonido más puro por así decirlo hasta aquellas que hacían de la fusión su arma principal, unas tuvieron más éxito que otras, varios fueron los álbumes publicados en aquella época incluyendo el recordado Ska Box, compilado editado por Viuda Negra que es un paso obligado por todo aquel capitalino que escucha este género.
De igual forma en los inicios del nuevo milenio los viernes en la tarde la tarea consistía en pegarse a la radio para escuchar “Ska Banana” dirigido por Félix Sant-Jordi por “104 9 Mejor”, actualmente Vibra Bogotá, antes de salir a las bodegas del centro en la carrera séptima con calle 19 a comprar, vender, intercambiar o sólo escuchar música.
Los recuerdos son distintos así como el acercamiento al género y a la escena, sin embargo quedan puntos de referencia como los bares Mandilanga, Macaco, Gabi por nombrar algunos, eventos como Skalloween o el Rastazo y bandas locales, Sistema Sonoro Skartel, Sagrada Escritura, Batracios, Los Elefantes, Doctor Krápula, The Klaxón, La familia Bastarda, La Real Skademia, Coventry Klub, Rudeschool… que de una u otra forma recuerdan los primeros años de ska en Bogotá que sentaron las bases de la escena que hoy día se mantiene viva a fuerza de discos de 33 y 45 revoluciones por minuto.
Sin embargo en tiempos de oldies y vinilos, el romanticismo por los primeros tiempos de la escena bogotana resurge, tanto así que en un mes habrá una fiesta en la que volverán a retumbar en las bocinas los himnos de antaño.
Recordar es vivir y no está mal traer a la conversación los recuerdos del camino que muchos recorrieron. Por lo pronto un buen material audiovisual para entrar en contexto.